Historia del Sacromonte

Antes de hablar de la historia del Sacromonte, vamos a conocer que es y en donde se localiza.

El Sacromonte, es uno de los barrios más conocidos de Granada (España), situándose en la zona oriental de la ciudad y es una de las barriadas que conforman el distrito del Albaicín.

Este conocido barrio se encuentra en el valle Valparaíso y por él pasa el río Darro que separa dos grandes maravillas. A una de sus orillas, la espectacular Alhambra y en la otra el monte Valparaíso con la gran Abadía del Sacromonte. Por lo que el barrio del Sacromonte se encuentra en frente de la Alhambra y lo hace un lugar emblemático en Granada.

En el siglo XIV Granada era una ciudad con una mezcla cultural muy rica ya que en ella vivían tres culturas muy diferentes: cristianos, judíos y musulmanes. Un siglo después, en el siglo  XV, los Reyes Católicos expulsan de Granada a todos aquellos que no se convierten al catolicismo. Por lo que muchos judíos y musulmanes se ven obligados a abandonar la ciudad, asentándose muchos de ellos en el monte Valparaíso, el cual se encontraba a las afueras de la ciudad y sobre el que no había control alguno (se encontraba fuera del control administrativo y del orden eclesiástico).

A este asentamiento se unió la población gitana nómada procedente de diversas zonas de Europa y África. Por ello en la actualidad, este es el tradicional barrio de gitanos de Granada, habitado desde entonces hasta ahora por ellos, teniendo incluso su propio idioma, el caló.

Vistas del barrio del Sacromonte.

Casas cuevas del Sacromonte

En este hermoso lugar de bosque mediterráneo y de ribera se asentaron como hemos mencionado anteriormente, aquellos que se vieron obligados a abandonar la ciudad en el siglo XV y los gitanos que llegaron en ese mismo periodo. Todos se instalaron en las famosas casas cueva del Sacromonte, debido a que la tierra era difícil de tratar y además, no tenían medios suficientes como para comprar materiales y construir sus casas, por lo que el instinto de supervivencia hizo que se las ingeniasen para poder vivir, y a base de cavar y cavar, construir sus hogares. Así es como nacieron las casas cueva del Sacromonte, hogar tan típico de este barrio.

No hay dos cuevas iguales, ya que la forma y los límites lo determina el terreno, la altitud y la extensión de los cerros. La gran ventaja es que el suelo del cerro en el que se sitúan es de cierta fragilidad (gravas y arenillas compactas), por lo que se pueden excavar sin demasiado esfuerzo.

Estas viviendas tan particulares junto con el entorno en el que se encuentran: veredas, pequeñas placetas, barrancos, calles estrechas, fachadas e interiores blanqueados con cal…hacen de este un lugar singular que merece ser visitado.

En la actualidad, toda la zona de las cuevas se encuentra en un angosto camino que destaca por estar entre cactus y chumberas, flanqueado por un Vía Crucis del siglo XVII. Las cuevas se encuentran agrupadas en torno a barrancos, formando estrechas calles muy pintorescas. Con el paso de los años las casas cueva han ido evolucionando siendo ahora más grandes, con más habitaciones y talleres.

Interior casas cueva Sacromonte.

En la actualidad, algunas de las cuevas están abandonadas, pero otras están destinadas a las zambras y al flamenco, tan típicos de este barrio, por lo que realizan espectáculos para los turistas. Estas cuevas destacan por ser espaciosas y de color blanco, adornadas con muchos cacharros, principalmente de cobre.

Otras casas cueva son alojamientos turísticos de lujo que se alquilan a los turistas para que vivan la experiencia de habitar por unos días en este tipo de viviendas que poseen una característica muy curiosa, y es que, en invierno son cálidas y en verano muy frescas.

Comentar también, que hay un museo en este barrio dedicado a las casas cueva del Sacromonte, en el que se pueden visitar las propias cuevas en su estado original tal y como las mantuvieron sus habitantes y conocer su cultura e historia, además, de la vida que se hacía en ellas. En el exterior del recinto se puede disfrutar de un espectacular mirador con vistas a la Alhambra y a la ciudad.

Dormitorio de una de las típicas casas cuevas del Sacromonte.

La vida en el Sacromonte

El barrio del Sacromonte es conocido por ser puramente gitano, pero no es del todo cierto, ya que en él también habitan gentes de todas las razas y condiciones, aunque en su mayoría de base étnica gitana.

Con más de tres siglos conviviendo gitanos y payos, se han creado estrechos vínculos, aunque con sus tiras y aflojas. Fruto de estas uniones surgen los matrimonios mixtos y sus descendientes, los llamados vástagos o tradicionalmente gallipavos (hijos de gitanos y payos).

En el 1963, parte de las cuevas se derrumbaron, por lo que muchas familias gitanas tuvieron que trasladarse a otras zonas más seguras de la periferia de la ciudad como los barrios de Almanjáyar, Cerrillo de Maracena o La Chana.

Esta desocupación, unida a que en las décadas 1960 y 1969 hubo una gran falta de interés por rehabilitar las cuevas, hizo que fueran ocupadas por hippies y gentes sin recursos.

Por otra parte, muchos gitanos con raíces profundas y lazos familiares bien arraigados en el Sacromonte, volvieron a recuperar los hogares de sus ascendientes. Siendo hoy en día aquellos que se aferran más a sus raíces, tradiciones y a sus cuevas, dejando huella de su cultura inconfundible en uno de los barrios más emblemáticos de Granada.

Muchos de los habitantes de este barrio se ganan la vida dando funciones de zambras flamencas en sus casas cuevas, las cuales han adaptado en pintorescas salas de espectáculos.

Las cuevas del Sacromonte fueron habitadas de forma permanente por los gitanos a partir del siglo XVIII, empezaron ocupando las viejas cuevas de época mora y los siguientes que llegaron, tuvieron que excavar sus propias casas.

Las condiciones de vida y salubridad no siempre eran buenas, por ejemplo, la tasa de mortalidad infantil era alta y la esperanza media de vida era inferior a la del centro de la ciudad, además del gran analfabetismo que había.

Con el objetivo de educar a los niños de estas familias gitanas un cura, el padre Andrés Manjón, fundó en 1889 las Escuelas del Ave María. Gracias a él generaciones de gitanos aprendieron a leer y escribir, logrando un nivel de vida bueno y su integración social.

Las cuevas del Sacromonte no son solo lugares de habitación, sino también cuentan con un espacio anexo destinado a algún taller de cerámica, cestería, forja, telar…, ya que los gitanos históricamente han destacado en estos trabajos, siendo grandes artesanos.

Vistas casas cueva del Sacromonte.

 Los viajeros románticos y el Sacromonte

En el siglo XIX Granada fue visitada por los conocidos viajeros románticos, franceses e ingleses en su mayoría que divulgaron con sus obras: pinturas, relatos, grabados… el atractivo y la magia de nuestra preciosa ciudad. Y es que, en aquella época, Granada era conocida como el Edén.

Tras la influencia y el gran éxito de los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving, una cantidad de artistas: pintores, escritores… ponen a Granada como ciudad referente para ir de viaje, considerándola como la ciudad europea más exótica y oriental por aquel entonces, en plena eclosión romántica.

Sus paisajes, sus magníficos monumentos, su historia, su gente la hacían digna de admiración y causaba curiosidad en los viajeros, que venían a visitarla.

Uno de los más conocidos escritores que vino en este periodo fue Alejandro Dumas, el cual escribió con elogios acerca de la ciudad y de sus monumentos el libro: Impresiones de Viaje. De Paris a Cadiz”, en el que recoge diversas aventuras y excesos que vivió durante su viaje a España, como las de Granada.

Otro personaje que visitó la ciudad de Granada fue el francés Gustave Doré, famoso en su país por los magníficos grabados que realizó de obras como La Divina Comedia o los Cuentos de Perrault. Este vino acompañado de su amigo el barón Jean Charles Davillier con el cual acordó que llevarían a cabo una crónica de sus andanzas españolas, siendo en el 1875 publicada por la editorial Hachette bajo el título de Viaje por España.

Entre los lugares de España que más le cautivaron a ambos viajeros, fue Granada: «Uno se cree transportado a un país encantado al penetrar bajo estos inmensos arcos de verdor, formados por olmos seculares, y se piensa en la descripción del poeta árabe que los compara a bóvedas de esmeraldas…», escribió Davillier.

Fue en Granada también donde los dos amigos conocieron a los gitanos del barrio del Sacromonte, con quienes hicieron buenas migas y se quedaron asombrados al verlos bailar, trabajar e incluso echar la “buena ventura”.

Otro personaje destacado que también visitó Granada en ese siglo fue el escritor danés Hans Christian Andersen. Este dejó por escrito su viaje a España en “In Spain” y dijo de Granada que fueron «veintiún días de sol y de buena vida», pero por algún motivo, aquella ciudad incomparable le dejó un desagradable disgusto cargado de melancolía: «Granada, al igual que Roma, ha sido para mí una de las ciudades más interesantes del mundo; un lugar donde creí poder echar raíces y, sin embargo, en ambas ciudades me sumí en un estado de ánimo de esos que los afortunados menos sensibles llamarían morboso», escribió.

Entre el gran número de viajeros que visitó Granada durante el siglo XIX, destaca el escritor y diplomático estadounidense Washington Irving, el cual se enamoró de esta ciudad y escribió el tan famoso: Cuentos de la Alhambra (1833), en la que recopiló algunas de las leyendas de la Alhambra. Esta obra literaria ha sido una de las causantes de que tanto en esa época como en la actualidad sigan viniendo tantos turistas cada año a visitar esta linda ciudad.

Busto Washington Irving.